En cuanto a las medias verdades está el asunto del cambio climático. Imagina uno, cuando se le echa la culpa a este señor, que en Chile o Perú no hay cambio climático. Y es que tienen agua como para baldearse carnavalescamente cada domingo. "Lo que pasa -dirá alguno de los variados conspirólogos de enorme talento- es que Chile y Perú se han aliado al imperio en torno al Acuerdo del Pacífico y por eso la manipulación del clima, que acomete con ponzoña una tropa de gringos, no les afecta”.
Quizás piensan que bromeo. No, no lo hago. He leído esta gama de genialidades de algunos muros feisbuqueros de ciudadanos auto-proclamados de izquierda o defensores del proceso de cambio. Pero ahí no acaba. Acto seguido, estos justificadores de lo injustificable han alegado con no menor brillantez que "hay menos lluvias” y un largo etcétera. Juro que les creería.
Pero ahí, al ladito nomás, veo que, entre montón de ejemplos, el Ingenio San Buenaventura produce sólo el 10% de su capacidad instalada, el Fondo Indígena ha "estido” millones de dólares sin que se sepa ya del asunto y/o el teleférico ha demostrado no ser tan eficiente como sugiere la publicidad gubernamental (en 2015 ha tenido un déficit de aproximadamente 20 millones de dólares). ¿Será que ha todos ellos les afectó el cambio climático? No, claro que no, pero si pudiesen nuestras sabias autoridades argumentar en ese sentido, también en estos casos, lo harían. No tengan dudas.
En cuanto a las estupideces, es de llorar oír que el presidente Morales "no sabía”. ¿Creen los capos que con ese argumento la arreglan? Yo creo, sin contemplación, que si el hombre "no sabía” esto, no merece ser Presidente. ¿Qué sabía entonces?, ¿qué cosita puedes saber que sea más importante que esto?
No imagino a un maratonista, ataviado con mocasines, a puertas de largar los 42 kilómetros, diciendo que "no sabía que tenía que trotar con zapatillas deportivas” o a un chef de un restaurante de sajtas que no "sabía que había que preparar la sajta con pollo”. Es una cosa así.
Loca. Que no sabía de la Gaby y el hijo, que no sabía de la represión del TIPNIS, que no sabía del mal manejo del Fondo Indígena, que no sabía… ufa, ¿qué cosita sabía entonces?
Al parecer lo único que sabe es que tiene que repostularse. Este propósito lo ha dejado sin saber nada de nada. Y lo peor es que lo dice. No, no, no, en realidad, lo peor es que nos puede parecer normal que el hombre no sepa nada de lo crucial. O, peor todavía, nos pueden acusar de racistas por decir que el caballero no sabe ni sabía. Pero seamos claros: el responsable es él y su protegida ministra. Los chambones de EPSAS son sólo responsables menores.
En cuanto a los errores de interpretación, nos dicen que el problema es que dos chambones dirigían EPSAS. Pues no lo creo. Creo que las cosas van a mejorar si se tecnifica el asunto (cosa que afortunadamente se ha hecho poniendo a Rico y Claure a la cabeza), pero no mucho. Y es que el problema es el modelo político-económico impulsado.
Un modelo que vela por generar lealtades políticas, no por atender asuntos estratégicos. Eso ha llevado a que seamos el país con menor inversión en salud del continente y una inversión per cápita en ciencia y tecnología que no llega ni al 1% del PIB, hayamos tenido un crecimiento de la industria, a lo largo de esta década, de no más del 2% frente al crecimiento de la administración pública (plagada de leales) o de la banca en un 10%; tengamos ocho veces mayor inversión en la agricultura pero no ocho veces más de héctareas cultivadas, productos orgánicos desarrollados o alimentos exportados (todo lo contrario, importamos cada vez más nuestros alimentos); o tengamos el demérito de estar situados, en el área educativa, en el peor puesto de investigadores por cada mil habitantes (Argentina encabeza con 2,9 investigadores por cada mil frente a Bolivia con 0,1 por cada mil).
Es un modelo perverso. La lógica electoral invade todas las áreas derivando en la toma no menos perversa de decisiones: es mejor, en este modelo, hacer un estadio el Batán y ganar muchos votos que resolver el problema de contaminación de la laguna Alalay, el río Rocha o el agua de Misicuni; es mejor un teleférico que encandila, que atender a los 16.000 pacientes con cáncer. Los encandilados votan por ti, los enfermos te odian por no atenderlos y no votan por ti.
Y así, sucesivamente. Ergo: cuando atender al asunto del agua conlleva hacer inauguraciones de obras, la cosa funciona (de ahí los escasos aunque meritorios avances del Mi Riego o Mi Agua), pero si no es así, se olvida.
Por último, en cuanto a la pérdida de ética, comento sólo una cosa: pretender culpar a tres o cuatro opinadores como los responsables de las movilizaciones sociales que demandan agua es de una pequeñez moral memorable. Elude ver lo obvio: hay gente, y no poca, cabreada, muy cabreada por la arrogancia, el despilfarro y la ineptitud demostrados en esta década cuyo resultado es evidente: no hay agua.