Nuestra industria petrolera está atravesando tiempos confusos y difíciles. Hay un rearreglo de los actores principales energéticos mundiales y el mercado del petróleo está funcionando con precios geopolíticos que han ocasionado fuertes rebajas en los precios del gas natural.
Nosotros estamos sufriendo un doble impacto: la disminución de los precios de nuestro gas de exportación y el no tener reservas para poder firmar nuevos contratos con Brasil y Argentina el 2020 y 2027 respectivamente.
El año pasado, la administración de YPFB aparentemente decidió superar las críticas acerca de la falta de reservas anunciando un gran programa de perforación de 18 pozos exploratorios, concluyendo en esta gestión 12 y 6 de ellos el 2016.
El sucesor-heredero del extinto presidente de YPFB, ahora autoridad máxima de la empresa estatal, en una de sus primeras declaraciones indicó que se llevaría a cabo este programa. No se extrañe estimado lector, que use la denominación sucesor-heredero para la actual presidencia de YPFB. El licenciado Villegas al ausentarse en su último viaje de salud, nombró como presidente a.i. al licenciado Guillermo Achá Morales. Ante el sensible fallecimiento de Villegas, el Gobierno mantuvo ese nombramiento argumentando que había sido hecho por su antecesor.
La perforación masiva de pozos exploratorios fue una decisión bien intencionada, pero equivocada. YPFB ya no tiene la disponibilidad de fondos que tenía el 2014. No toma en cuenta que las vacas gordas ya pasaron y ahora tenemos que vivir con las vacas flacas. En el primer trimestre de este año, los ingresos de YPFB han disminuido en un 35% comparado con los que tuvo el año pasado en ese mismo periodo. Sería totalmente injustificado que esta empresa recurra nuevamente a las reservas netas del BCB para costear esta vez, inversiones altamente riesgosas como son la perforación de pozos exploratorios y además porque YPFB es a la fecha la empresa más adeudada con el BCB. La enorme deuda de YPFB al BCB es irreversible porque ha sido utilizada, entre otras cosas, para financiar contratos de construcción de las plantas del programa de industrialización.
Por otro lado, la perforación en un año, de más de una decena de pozos exploratorios en Bolivia, sería insólita. Toda nuestra historia petrolera no registra algo similar. La perforación diseminada en diferentes cuencas no muestra una política en busca de objetivos geológicos definidos y da la sensación de una reacción desesperada de perforar indiscriminadamente pozos exploratorios con la esperanza de que alguno de ellos logre localizar un campo y futuras producciones.
No se tiene noticias sobre los 18 pozos exploratorios anunciados, tan sólo se informa que el pozo exploratorio de Lliquimuni LQC-X1 ha llegado a más de 1.700 metros de profundidad estimándose que hasta fin de año llegue a su profundidad final.
Qué paradoja. El apresurado anuncio y ubicación de 18 pozos exploratorios en diferentes cuencas, dan la impresión que son ubicaciones que no han sido debidamente estudiadas para definir su perforación.
En cambio Lliquimuni es una ubicación que fue señalada por la empresa estatal el 2006, demorando ocho años hasta que sea efectivizada y en ese tiempo se gastaron casi $us 100 millones en sismología para definir la ubicación del pozo. Es probablemente la ubicación más estudiada antes de perforar un pozo que se ha hecho en YPFB. Por otro lado, Lliquimuni es el pozo más lejano de los centros de trabajo de YPFB.
Consecuentemente si se logra producción de Lliquimuni más que bienvenida, pero aun si así no fuera, ese debería ser el inicio de un programa sistemático de exploración en el área no tradicional y no una búsqueda desesperada e indiscriminada esperando que la suerte acompañe el esfuerzo.
Por 70 años hemos perforado el área tradicional y creo que estamos muy cerca a su total rendimiento. Mirando hacia el futuro, debemos ir más allá de Lliquimuni en ubicación geográfica y concepción geológica.
El autor es ingeniero petrolero.