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viernes, 7 de septiembre de 2012

nadie, nunca antes había sido tan impugnado como Sacha Llorentti por un nombramiento no de la Cancillería sino de Evo Morales, es que desea uno íntimo para resistir las acciones en DDHH contra EM. L.T.D.


Una cualidad que debería tener un funcionario elegido es ser leal a quien lo designa y actuar en consecuencia con esa muestra de confianza, más aún si hay una serie de personalidades y representantes de entidades de reconocido prestigio que sugirieron públicamente no hacer esa designación.
En el caso del nombramiento como representante ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) de Sacha Llorenti, probablemente no haya memoria en los anales del Ministerio de Relaciones Exteriores de una designación como la suya, que ha provocado tanto rechazo público.
Lamentablemente, en el caso de Llorenti las impugnaciones continúan y provienen, en la mayoría de los casos, de organizaciones de defensa de los derechos humanos, que durante bastante tiempo fueron virtuales aliadas del denominado proceso de cambio, por su comportamiento, cuando era Ministro de Gobierno, en la injustificada y violenta represión a los marchistas en defensa del Tipnis.
Pese a ello, el Primer Mandatario ha ratificado el nombramiento y el designado lo ha aceptado en forma desafiante. Y aquí se introduce el tema de la lealtad. Es fácil presumir que estos públicos rechazos lo deslegitiman, lo que afectará, en forma directa, al cumplimiento de sus nuevas funciones. Por ello, lo que correspondería, más que lanzar discursos de lealtad y admiración hacia el Presidente, es tratar de convencerlo, por su bien y del país, de que deje sin efecto la nominación.
Esto no ha sucedido y sólo cabe advertir que al nuevo representante ante la ONU no le será fácil cumplir su misión.

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