Hipervigilancia y miniciudadanos
Por Oscar Taffetani Publicado por Pelota de Trapo)
(APe).- Las motos y automóviles adquiridos por la flamante Policía Metropolitana de la ciudad de Buenos Aires llevan cámaras digitales capaces de trasmitir audio e imágenes en vivo de sus recorridos: “Los flamantes vehículos -cuenta el diario Clarín- tienen dos cámaras. Una está en el guardabarros delantero y capta todo lo que se mueve en un ángulo de 70°. Es muy útil durante una persecución, para registrar la patente del vehículo. La otra, se ubica cerca del espejo retrovisor y registra lo que sucede en el interior del auto. Además, el sistema permite sumar otras dos cámaras inalámbricas, para ver a los costados, y un domo (con cobertura de 360°)”.
El GPS de los patrulleros, además, mediante un robot (o robota, no excluyamos al género), advertirá a los agentes cuando se estén acercando a zonas peligrosas o con alta tasa de delitos. Adiós al viejo olfato policial. Las máquinas lo harán todo.
En el futuro, cumpliendo con las más baratas fantasías de la ciencia ficción, la policía tendrá sólo formas mecánicas y electrónicas. Y los agentes uniformados serán apenas adornos: una simple formalidad para no horrorizar a los ciudadanos.
Las productoras de cine y TV, siguiendo el ejemplo de aquella serie titulada COPS (Langley, 1989), ya no contratarán más actores para hacer de policías, ni para hacer de delincuentes o poliladros. No. Ahora, la Policía Metropolitana y otras instituciones del Estado -como ésa que llaman Justicia- proporcionarán a los canales de TV las grabaciones completas de sus fechorías, perdón, actos de servicio, tanto en interiores como en exteriores, con lluvia o con sol, a lo largo del año.
Porque más barato y conveniente que velar por la Seguridad o por la Justicia, en un futuro cercano, será producir el show de la Seguridad y el show de la Justicia. Los costos de ese despliegue serán subsidiados, como corresponde a toda democracia capitalista y mediática, por el Estado.
Sí, desocupado lector, el Estado, esa entidad supranatural y temible, sostenida por el trabajo anónimo y silencioso de millones de ciudadanos.