Es una realidad irrefutable que Bolivia es un país de mestizos. Del 54% que eligió al presidente Morales, el Gobierno tiene una lectura equivocada o intencionalmente tergiversada, de que casi todo ese 54% estaba compuesto por indígenas, sin querer reconocer que dicha cifra corresponde al electorado de ese momento y que estaba constituido por indígenas y mestizos, y estos últimos volcaron su voto de respaldo a un candidato que no formaba parte del esquema de políticos corruptos, ineficientes y que no tuvieron la capacidad de construir al Estado desde su fundación.
Me animaría a decir que de ese 54%, más del 80% estaba conformado por mestizos y el saldo por indígenas.
El mestizo boliviano está compuesto por un conglomerado de personas cuya actividad básica y fundamental es el comercio. La burguesía boliviana corresponde a ese sector de la población que vive mayoritariamente de su trabajo y de su producción.
Actualmente no existe oligarquía, como existía antes de la Revolución del 52; lo que evidentemente hay es una forma diferente de vivir de los diferentes sectores que conforman esa burguesía mestiza.
La mayoría de la burguesía mestiza boliviana gasta lo menos que puede, salvo en ocasiones fastuosas como festividades religiosas, prestes o el Carnaval. Un elemento notorio, por cierto, es que construye viviendas y edificios que nunca son concluidos, aunque los habite y utilice, y mantenga la fachada sin estucar ni pintar. Y en el techo del último piso se observan fierros estructurales de construcción, como si luego prosiguieran la edificación; de esa manera, por tratarse de inmuebles en construcción y no terminados, pagan menos impuestos anuales en concepto de inmuebles.
Este sector de la burguesía mestiza, que es el porcentaje mayor por supuesto, tiene su actividad económica básica en el comercio tanto formal, a través de la micro y pequeña empresa, como en el informal porque maneja volúmenes muy grandes de mercadería que no paga impuestos.
Por el otro lado, existe un sector de esa burguesía mestiza que procura vivir lo mejor que puede, y a este sector se lo asocia con una oligarquía inexistente, porque su actividad se refleja en empresas legalmente constituidas y en la actividad profesional.
El otro sector importante de la composición social boliviana, lo constituyen los indígenas, que fueron pasando de un estado evidente de esclavitud (Colonia) a un estado de servidumbre (antes de la Revolución del 52).
Posteriormente, los diferentes gobiernos de turno los utilizaron como una masa electoral que no elegía y solamente votaba (presumo que la tendencia actual es mantener dicho esquema), pero nunca fueron considerados en su verdadera dimensión para que ingresen en el mercado, se inserten en la vida social de la República y tengan una actividad agrícola que les permita mejorar sus condiciones de vida. Inclusive la Constitución masista, a pesar de su ampulosa redacción y articulado, tampoco crea esas condiciones mínimas de inserción de los indígenas a la actividad económica del país.
Vamos a ingresar en una etapa en la que, al no existir posibilidad de dialogo (ya se anuncio oficialmente que no se discute el proyecto constitucional), la fórmula de salida será mediante el voto en los referendums. Si acaso se respeta al electorado, esa burguesía mestiza nacional será la que hará conocer su posición, a fin de velar por supuesto su situación actual y el futuro de sus hijos.
En cambio, si se rompe la legalidad con un electorado anotado en registros dobles o votantes nacionalizados de cualquier manera, tenemos un futuro cercano sin luces para la azarosa vida de esta Bolivia mestiza.
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