No hay por qué enojarse ni molestarse con los chistes y dibujos del periodiquito El Ekito del Ministerio de Economía y Finanzas (MEFP), por malazos que sean, como lo están haciendo algunos parlamentarios. Nadie esperaba un gran sentido del humor de funcionarios taciturnos de un ministerio que se ocupa de los (casi) siempre estrechos recursos fiscales y cuya principal función debía ser decir no a los hermanos gastadores de los otros ministerios.
Más preocupante que los chistes es que se hayan dedicado recursos públicos a la edición (impresa y digital) del periodiquito. Posiblemente el gasto en materiales ha sido bajo y más importante ha sido el costo en tiempo de los funcionarios del MEFP. Pareciera que los funcionarios del área económica del Gobierno tienen tiempo libre y que no saben siempre cómo amueblarlo. Por de pronto, por el tipo de cambio fijo, la política monetaria se ha hecho humo y los empleados del BCB se deben estar ocupando en jugar batalla naval. Como decía con sorna el exsuperintendente de Bancos Jacques Trigo, en el BCB sólo se tiene que hacer dos cosas: mirar cuántas reservas quedan y contemplar el Illimani desde la magnífica oficina del piso 25 del banco. Si eso se decía en las épocas neoliberales, cuando había un tipo de cambio deslizante, lo dicho por Jacques Trigo se aplica con mayor razón en estos años del proceso de cambio.
Por su parte, en el MEFP se sigue pensando que los recursos les van a caer del cielo, como en los años dorados 2004-2013. Teniendo abundante tiempo libre pueden dedicarse a cosas más agradables que las de controlar el gasto público escogiendo bien las inversiones. Pueden también escribir artículos vitriólicos contra los opinadores que cuestionan su inacción.
Mientras los funcionarios dedicaban su tiempo a replicar chistes de sonso Tin Tan, como se decía en las épocas gloriosas del cine México de los años 50, los problemas del país estaban siendo desatendidos. La hemorragia de reservas internacionales continúa y ya se ha bajado de los referenciales 10.000 millones. Esa hemorragia tiene dos causas: los altos déficits de la cuenta corriente de la balanza de pagos y el alto déficit fiscal. El problema podría agravarse si se desestabilizan las expectativas del público con las malas noticias. De hecho, el año pasado ya se ha tenido una salida considerable de capitales bolivianos al exterior.
Un alto déficit fiscal ahora no tendría por qué ser desestabilizador, si el público se convence que va a ser seguido por superávits en los años que vienen. Pero, esos superávits parecen cada vez más lejanos. Los proyectos de inversión pública que podrían generarlos tomarán mucho tiempo en madurar y, peor aún, son de rendimiento incierto. El acceso al financiamiento de mercados de capitales privados está también condicionado a la percepción que tengan ellos de la sostenibilidad fiscal y de las probabilidades que le dan a los superávits de los años venideros. El actual bajo cociente de Deuda Pública Externa / PIB no es por sí solo garantía de que se puedan conseguir créditos en condiciones razonables en los mercados privados.
Por su parte, los créditos de las instituciones financieras internacionales, Banco Mundial, BID, CAF y otros son limitados y su negociación suele tomar mucho tiempo, además de que tienen una pesada condicionalidad. Los créditos de proveedores, como son los chinos, además de ser desaconsejables, no están siendo desembolsados.
Los funcionarios del MEFP (y del BCB) deberían estar haciendo crujir sus meninges para encontrarle soluciones viables, económicas y políticas, a la cuestión del tipo de cambio. La comunicación tiene un papel importante en las definiciones de política cambiaria, ahora, más que nunca, cuando hay nerviosismo en el público por la pérdida de reservas internacionales. La propaganda, televisiva y en periodiquitos, por más ingeniosa que sea, no es un sustituto de una buena comunicación.
Juan Antonio Morales es profesor de la Universidad Católica Boliviana y expresidente del Banco Central de Bolivia.
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