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domingo, 24 de abril de 2016

Carlos Miranda regresa a la palestra con datos precisos acerca de las fluctuaciones en el petróleo que sin duda influyen también en nuestra economía, aunque de ello nada se quiere decir.

El pasado 17 de abril se celebró una importante reunión sobre futuros precios del petróleo en Doha, Catar. No obstante su importancia, la información sobre esta reunión tuvo poca cobertura en los medios nacionales.
 
Todo comenzó a mediados del 2014, cuando, discreta e insensiblemente, se inició un proceso de caída de los precios del petróleo.  A fines de año, el precio cayó de $us 100/barril a $us 53/barril. La caída continuó llegando a diciembre del 2015 a $us 36/barril, poniendo en evidencia, sin lugar a dudas, el  impacto en las economías de todos los países exportadores e importadores. 

Se estima que para diciembre 2015 los importadores dejaron de erogar  aproximadamente  $us 550 billones y los exportadores de percibir la misma cantidad.
 
Arabia Saudita y Rusia, por ser los mayores exportadores, son los que más dejaron de percibir por los precios de exportación.
 
Este hecho motivo que Arabia Saudita y Rusia, acompañada de Venezuela, diseñen un sistema para estabilizar precios y permitir la recuperación de los mismos mediante el congelamiento de precios con los volúmenes de enero de este año, estimando que para esa fecha la demanda haya crecido como para igualar la producción, evitando se repita nuevas sobreproducciones y permitan, a los precios del petróleo, ir recuperando su valor. 
 
Estos países solicitaron una reunión extraordinaria de la OPEP, incluyendo a los mayores países exportadores No OPEP.
 
La reunión se celebró el 17 de abril, en Doha, sin la presencia de Irán, Estados Unidos y Canadá,  pero asistieron 13 países de la OPEP, Rusia, y otros cuatro mayores productores No OPEP.
 
Después de 12 horas de acaloradas discusiones no se logró ningún acuerdo. Irán manifestó que aceptaba un plan de congelamiento pero que se le permitiera ampliar su exportación de dos hasta cinco millones/barriles por día para compensar los perjuicios ocasionados por el embargo internacional que había sufrido hasta hace poco por su programa nuclear. 
 
Arabia Saudita no aceptaba ningún plan en el cual alguno de los firmantes tenga una capacidad adicional de aumento de producción. Esta divergencia ocasionó el que no se logre firmar ningún acuerdo.  La reunión terminó sin fijar una nueva fecha.
 
Hasta el presente los mercados han reaccionado tímidamente al fracaso, disminuyendo la cotización del petróleo por unas horas y retornando alrededor de $us 40/barril.
 
De la gestación y fracaso de la reunión se puede sacar algunas conclusiones:
 
Los precios del petróleo cerca a $us 100/barril son muy lejanos de retornar. El mecanismo propuesto en Doha estimaba poder llegar a $us 50/barril hasta fin de año.
 
Esta dura realidad nos indica también que los años "dorados” ya han pasado. Los precios de $us ±10/MMBTU para nuestro gas de exportación se han esfumado.
 
Por otro lado, el futuro de precios más reducidos que se vislumbra nos está mostrando que las grandes exploraciones en el Mar Ártico y la explotación del petróleo en el PreSal están casi fuera del alcance de la industria. 
 
En general, la recomendación que se ha hecho desde esta columna, y también señalada por expertos del Banco Mundial, BID, CAF  y CEPAL, convocados por el gobierno, en sentido que el manejo de la industria debe ser muy cuidadoso y prudente, tiene mayor vigor. 
 
Lamentablemente, parece que nuestro gobierno tiene una interpretación muy especial de lo que es "prudente” en el manejo de fondos de la industria y de las Reservas Internacionales Netas (RIN) en proyectos como fertilizantes en el Chapare, FFCC a Bulo Bulo, LNG en Río Grande, etcétera. 
 
Lo que ha sucedido y está sucediendo es que una sobreoferta creada por aspectos políticos y geopolíticos ha sido puesta en mercado para su solución. El mercado y su tradicional inmisericorde accionar soluciona cualquier sobreoferta rebajando precios, lo cual ocasiona mayor demanda que, al ser cubierta con producción adicional, genera nuevamente sobreoferta.
 
Estos ciclos se repiten como un vórtice que está rebajando los precios del petróleo y que puede llegar al límite de la capacidad de operación de las empresas petroleras.
 
El máximo colapso sería que empresas petroleras se declaren en quiebra por no poder sostener sus operaciones con los precios que reciben por su producción.

Carlos Miranda Pacheco es ingeniero y analista energético.

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