El mes de febrero de 2016 quedará en la historia universal por dos grandes descubrimientos: que Albert Einstein tenía razón acerca de la existencia de las ondas gravitacionales (OG) y que Evo Morales estaba equivocado acerca de cuánto lo sigue queriendo el pueblo boliviano, después de una década en el poder.
En ambos casos se llegó a esa conclusión mediante un experimento: LIGO (Laser Interpherometer Gravitational waves Observation) para medir los efectos de las OG y el RCM (Referéndum Constitucional Modificatorio) para medir el cariño popular. A la base de los dos experimentos había sendas teorías: en un caso, la Relatividad General de Einstein y la Teoría de la Incombustibilidad del Líder, por el otro. Ambas teorías estaban respaldadas por indicios: astrofísicos, relacionados con efectos de las OG, por un lado, y, por el otro, políticos, con base en bonos sociales a mansalva. En ambos casos el resultado se zanjó por pequeñas diferencias, de recorrido de las ondas y de votos válidos. Si Einstein suponía que todo campo debía producir ondas, Evo estaba convencido de que otro campo le aseguraba la victoria.
Los dos experimentos tuvieron un elevado costo para confirmar lo que hoy sabemos a ciencia cierta. El experimento LIGO en menos de 12 años recibió 500 millones de dólares, casi lo mismo que nuestro glorioso satélite TK, con la pequeña diferencia de que el primero producirá casi seguramente un premio Nobel y mucha ciencia nueva, mientras el segundo ... (tarea para el lector: completar la frase). Conocemos el costo de la organización del RCM, pero nunca sabremos su costo real, para las arcas del Estado y los bolsillos de los servidores públicos, de transmisiones en vivo de uno que devora una sopa de pollo de pie, o de otro, cual Maradona plurinacional, que gambetea sin que nadie le pare; sin contar los incontables spots y cuñas que han engordado las cuentas de los siempre más impresentables medios de comunicación paragubernamentales.
En LIGO hubo más de mil científicos y técnicos trabajando día y noche para hacer realidad el sueño de Einstein. En el RCM un ejército de funcionarios y activistas a sueldo trabajando para destruir el sueño de dos personas de perpetuarse en el poder.
El resultado, positivo en un caso y negativo en el otro, fue posible gracias al uso de técnicas novedosas.
LIGO logró afinar los interferómetros laser hasta medir diferencias mucho menores que el diámetro de un núcleo. La oposición al “binomio” afinó el uso de las redes sociales (RRSS) para interferir la masiva, insulsa, obsesiva y ofensiva propaganda oficialista, con reprochables destapes a veces, pero sobre todo con ironía, sarcasmo y mucha creatividad. Más que preguntar cuántos votos ganaron para el NO las RRSS, habría que contar los votos que hicieron perder al SI las mismas.
El experimento de las OG tuvo también críticos y escépticos. Aparentemente también en el Gobierno hubo voces contrarias a la aventura del RCM; no fueron escuchadas y ahora reclamarán las cabezas de los “operadores” de la derrota a manos de una oposición variopinta, unificada por el creciente autoritarismo del proceso.
En especial, destaco la presencia de una juventud del NO que brilló, no sólo en las RRSS, por su creatividad, dedicación y fe en la causa; muy distinta a la del SI, anónima, aburrida y agresiva que parecía reducir su actividad al horario de trabajo.
En fin, ambos experimentos han forjado nuevos retos. LIGO ha abierto la mente de la humanidad a otra manera de ver y sentir el Universo; el RCM a otra manera de ver y escuchar al pueblo boliviano. Dios quiera que el referéndum sea el remedio eficaz contra la crónica sordera política de nuestros gobernantes.