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sábado, 19 de diciembre de 2015

epitafios. despedidas, obituarios se escriben y leen sobre el Lago Poopó, en otro momento fueron los signos con que Cochabamba despedía a la Laguna Cuéllar, un grupo de nuevos ricos en este último caso,festejaban el loteo de la hermosa laguna kochala que dejó de existir. con el Poopó es el pueblo oruren¨no que maldice la hora en que masistas asumieron el mando yolvidaron el sin igual cuadro del segundo lago boliviano!

La declaración de zona de desastre natural para mitigar el tremendo daño que ha sufrido el lago Poopó en Oruro, reducido a su mínima expresión y que impresiona haberse convertido en un extenso desierto, quizás no llegue a tiempo para evitar la desaparición del que fuera el segundo lago más grande del país. Se sabe a ciencia cierta que desde hace una década que los pobladores comunitarios del lugar habían solicitado ayuda del Gobierno ante el inminente desastre, sin que se les haya escuchado. De esta manera el lago Poopó, reconocido como ecosistema de importancia internacional desde 2002 por la fauna y flora única que poseía, ha dejado prácticamente de existir. Toda una lástima.
 
El hecho debería causar una honda preocupación tanto de las autoridades como de los habitantes de los departamentos que cuentan -todavía- con reservas naturales y sitios ecológicos de importancia internacional como la laguna Concepción, Palmar de las Islas, Bañados del Izozog en Santa Cruz, y los ríos Yata y Matos en el Beni, que sufren una constante agresión a su flora y fauna. Tampoco hay que olvidar que corren peligro también el Lago Titicaca en La Paz y el ecosistema hídrico de los Lípez en Potosí. El desastre del Poopó viene a constituir un claro ejemplo de cómo ha prevalecido la retórica. Es decir, que no se ha puesto en práctica nada de lo que se había enunciado.
 
Si no fuera por los profesionales biólogos y conservacionistas agrupados en las diversas instituciones cruceñas que actúan como acérrimos defensores de la fauna, la flora y de los ecosistemas urbanos y rurales de Santa Cruz, hace buen tiempo que estaríamos lamentando la desaparición de humedales como La Madre, Las Garzas, o una agresión de proporciones a las denominadas áreas protegidas. De hecho, existen numerosos ejemplos que echan por tierra la proclama gubernamental de defensa y protección de la naturaleza. En el caso del Poopó, el efecto del cambio climático parece evidente, el que ejerce mayor influencia si no se toman medidas preventivas a favor de los ecosistemas.
 
No se trata tampoco de negar actividades positivas por parte del Gobierno nacional o de las autoridades regionales o locales a favor del medio ambiente, pero sin duda salta a la vista que no se está haciendo lo mínimo y menos lo suficiente como para pensar en estar libres de sufrir desastres como el del Poopó. Si se mira bien, la gente ni se inmuta cuando elimina desechos en los canales de drenaje pluvial, a sabiendas que estos desechos tóxicos afectarán no solo la composición del agua de los ríos, sino que a larga ejercerá un efecto nocivo sobre la fauna piscícola y derivará en consecuencias para la salud humana. No lo saben o no quieren saberlo, pero sin duda hacen mucho daño.
 
Conviene recordar, a modo de ejemplo, los sucesivos episodios de mortandad de peces en los ríos cruceños. Se ha sospechado que esa mortandad podía tener sus orígenes en los desechos industriales y de otras actividades ilegales que se arrojan a las aguas fluviales. Pese al escándalo mediático y a las investigaciones, de tiempo en tiempo esos episodios recurren, como señal que no se ha encontrado la solución definitiva. Si a estos actos de irresponsabilidad para con el medio ambiente se suma el cambio climático, resulta lógico suponer la aparición de secuelas indeseables y quizás irreversibles para el equilibrio ecológico. Existen, pues, razones poderosas para evitar otros “casos Poopó”.
Si a los constantes actos de irresponsabilidad para con el medio ambiente se suma el cambio climático, resulta lógico suponer la aparición de secuelas indeseables y quizás irreversibles para el equilibrio ecológico.

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