Si no encontramos nuevos campos, no tendremos producción de gas ni de condensado ni de gasolina ni de diésel, pero sí una gigantesca factura por la importación de combustibles. Suena como ciencia ficción, pero cada día es más probable por la falta de exploración
Al crearse las empresas petroleras estatales, la autosuficiencia en la provisión nacional de combustibles derivados del petróleo era una obligación que explícita o implícitamente fue asumida por ellas y contribuye a su imagen pública.
Esta obligación sigue vigente en las empresas estatales latinoamericanas tradicionales. Así Pemex mantiene la autosuficiencia en la provisión del mercado mexicano. Por otro lado, hace tres años, la señora Kirchner en Buenos Aires recordó a sus legisladores esta obligación de YPF para la justificación legal por la confiscación de Repsol en busca de la autosuficiencia. Fue tan convincente al exponer la justificación de motivos y pedir una ley que apruebe sus actos, que los legisladores se pusieron de pie en una emotiva y cerrada ovación. Obviamente sancionaron la ley que pidió la Mandataria.
Nuestra insuficiencia en la producción de diésel comenzó a fines del siglo XX. YPFB hacia todo tipo de contorsiones y declaraciones para ocultarla y buscar excusas por la falta de este combustible en el mercado.
Para el siglo XXI el abastecimiento de nuestro mercado interno con diésel importado se convirtió en una realidad inocultable, llegándose a autorizar la importación privada. El precio interno oscilaba en función del precio internacional en el mercado. Con el advenimiento del actual sistema de gobierno se eliminó la importación privada y se estableció un precio fijo, lo cual determinó una subvención estatal. Venezuela con el Presidente Chávez acudió rápidamente a nuestra ayuda para alivianar los costos de subvención estatal, vendiéndonos diésel a precio del mercado internacional pero con pagos diferidos.
La gran afluencia de ingresos por las exportaciones crecientes de gas natural a precios también en ascenso, rápidamente restaron importancia a los costos de importación y subvención. Desde entonces el mercado está abastecido con diésel nacional más diésel importado en crecientes cantidades porque es el combustible de mayor demanda con una tasa de crecimiento de más del 10 por ciento anual.
El actual sistema de gobierno desde su inicio ha estado consciente de nuestra deficiencia en la producción de diésel. Por este motivo en todos los planes de YPFB ha ofrecido la adopción de la tecnología para la conversión de gas a líquidos (GTL) para poder recuperar la autosuficiencia en diésel. Ese proyecto ya no figura en los planes de YPFB, indicando que se renunció al mismo. Por otro lado, todos abrigábamos la esperanza de que con la última inversión de más de $us 400 millones que ha realizado YPFB en sus refinerías, hubiera logrado introducir procesos para obtener una mayor recuperación de diésel del condensado que se está refinando. Lastimosamente eso no ha sucedido.
Por todo lo anterior, las declaraciones del general de Refinerías, Ing. Guido Prudencio, de fecha 15 de mayo, deben ser destacadas. Simple y llanamente, sin ninguna anestesia de frases políticas, ha declarado que “el país nunca será autosuficiente en diésel y que dejará de serlo dentro de un par de años en gasolinas, porque la calidad del petróleo (condensado) que se procesa en las refinerías no es apto para la producción de diesel”.
A la fecha consumimos cerca a 35.000 bpd de diésel con más del 52 por ciento importado.
El vaticinio del Gerente de Refinerías es otra manera de señalar que la exploración en búsqueda de nuevas reservas está sumamente atrasada, indicando que YPFB no espera tener producción de petróleo a corto ni mediano plazo.
Nuestro problema es muy serio. No producimos petróleo. Los combustibles líquidos que consumimos son obtenidos de la refinación del condensado que tiene rendimientos muy bajos de gasolina y diésel. A su vez los volúmenes de gas que se producen determinan la cantidad de condensado. En la medida en que los campos llegan a su madurez, la producción de gas disminuye y consecuentemente la de condensado.
En conclusión, si no encontramos nuevos campos, no tendremos producción de gas, ni de condensado ni de gasolina ni de diésel, pero sí una gigantesca factura por la importación de combustibles. Suena como ciencia ficción pero cada día es más probable por la falta de exploración.
El autor es ingeniero petrolero.