El precio pagado a Chile es 12 veces mayor que el cobrado por Bolivia, lo que demuestra la gran urgencia de nuestro vecino de La Plata, a la par que nuestra incapacidad para atender esa emergencia.
Si a esto se agrega que el mismo embajador hizo notar –con excesiva tibieza– que el suministro boliviano en los últimos meses, no cumplía ni siquiera con el mínimo diario estipulado en el contrato, se puede concluir con toda certeza que nuestra abundancia del energético, de la que tanto nos enorgullecemos, no resulta rigurosamente cierta.
Al presente, el embajador argentino vuelve a hacer noticia al anunciar oficialmente: “Las negociaciones con relación a la renovación del contrato de compraventa del gas están estancadas, por responsabili-dad de ambos países.”
Esta nada tranquilizadora declaración se torna más preocupante si se la colaciona con los siguientes hechos: 1) la imposibilidad técnica de Bolivia para entregar a la Argentina el volumen extra que ésta preci-saba para pasar el invierno de 2016; 2) la afirmación argentina que Bolivia redujo un tanto en los últimos meses la provisión al país de La Plata, debido a la “necesidad” boliviana de cumplir con los volúmenes comprometidos a Brasil, justificando esta preferencia en: “haberse suscrito el contrato entre este país y el nuestro con anterioridad al firmado con la Argentina.”
La excusa de Bolivia no tiene el menor asidero jurídico, además de no ser cierta, como demuestra la información brasilera a YPFB, que “debido a la cantidad de energía hidroeléctrica producida en aquel país, su requerimiento de gas boliviano disminuiría apreciablemente en los meses de invierno.” La seriedad del gobierno boliviano sufrió un gran menoscabo al revelarse que no era cierto que entregábamos a Brasil la cantidad que reducíamos a Argentina.
Dejando de lado en este análisis, el grave bochorno que nuestras autoridades han tenido que pasar al descubrirse por ambos países que el nuestro había faltado a la verdad, únicamente resta destacar que se acrecienta nuestra duda sobre la cantidad de gas que realmente tenemos.
Nuestros gobernantes no cesan de expresar, en cuanta ocasión se les presenta, la gran riqueza gasífera con que contamos, la cual nos permitiría cumplir con holgura todos los compromisos de exportación y del mercado interno.
Si esto es cierto, ¿dónde está la cantidad de gas que no hemos proporcionado a Argentina, pero que tampoco hemos entregado a Brasil?
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