Con cuatro años de demora concluyó la construcción del gasoducto Juana Azurduy, que permitirá llevar a Argentina mayores volúmenes de gas natural boliviano.
La obra fue inaugurada en una ceremonia algo extraña, porque se hizo en Buenos Aires en una especie de teleconferencia entre los presidentes de ambos países.
Las críticas de la comunidad judía en Argentina por el caso del ministro iraní Admad Vahidi que visitó Bolivia inhibieron a la gobernante argentina de hacer una ceremonia pública para esta inauguración.
Para que el volumen de gas boliviano pase de los actuales 7,7 millones m4/d a 27,7 millones, como está contratado, hará falta que Argentina concluya el gasoducto GNEA, que permitirá llevar el gas boliviano al centro y sur del país vecino.
Por el momento, según la adenda firmada por YPFB y Enarsa a principios de este año, Bolivia irá aumentando el volumen poco a poco, de tal modo que en abril del próximo año pase a 11,3 millones m3/d.
Del lado boliviano, la empresa Repsol asegura que en abril la producción actual de 63,16 millones m3/d crecerá en 4 millones, permitiendo el incremento ofrecido a Argentina.
La misma empresa ha ofrecido elevar la producción del campo Margarita de 3 a 9 millones m3/d en el lapso de dos años, con lo cual los envíos a Argentina podrían subir hasta los 13,6 millones m3/d, como está acordado en la adenda.
Ese documento incluye una cláusula por la cual la falla de suministro de los volúmenes acordados deberá ser resuelta con el pago de Bolivia del precio del gas que haya faltado, más una multa de 15% de ese valor.
Es que la adenda fue elaborada como consecuencia de que el cronograma de incremento de volúmenes incluido en el contrato firmado en 2006, por el cual ya en este momento debería estar enviando el volumen máximo, de 27,7 millones m3/d, no se podía cumplir.
La falta de los ductos necesarios, en ambos países, y además la falta del gas necesario en Bolivia, obligó a firmar la adenda, que menciona incrementos mucho más lentos.
En la espera, Argentina avanzó en la instalación de estaciones de regasificación de gas en Escobar y Bahía Blanca, que tienen una capacidad conjunta para recibir de ultramar 27 millones m3/d de gas natural licuado.
Tanto el contrato con Bolivia como las estaciones para el GNL han sido necesarios debido a que Argentina, que en 2003 producía 140 millones m3/d de gas natural en sus propios campos, ha sido afectada por una política económica que desalentó las inversiones. Si entonces el país vecino se autoabastecía y podía incluso exportar gas, ahora tiene que importarlo.
Argentina paga alrededor de 7 dólares por millón de BTU de gas boliviano y 10 dólares por el GNL. La idea del gobierno argentino es mantener algunas exportaciones de gas, sobre todo a Uruguay y Paraguay, por el momento usando el gas que recibe de Bolivia o de ultramar.
Para Bolivia lo importante será cumplir el compromiso de entrega de los volúmenes convenidos, pero también, o más importante aún, cumplir con el mercado interno boliviano.
La obra fue inaugurada en una ceremonia algo extraña, porque se hizo en Buenos Aires en una especie de teleconferencia entre los presidentes de ambos países.
Las críticas de la comunidad judía en Argentina por el caso del ministro iraní Admad Vahidi que visitó Bolivia inhibieron a la gobernante argentina de hacer una ceremonia pública para esta inauguración.
Para que el volumen de gas boliviano pase de los actuales 7,7 millones m4/d a 27,7 millones, como está contratado, hará falta que Argentina concluya el gasoducto GNEA, que permitirá llevar el gas boliviano al centro y sur del país vecino.
Por el momento, según la adenda firmada por YPFB y Enarsa a principios de este año, Bolivia irá aumentando el volumen poco a poco, de tal modo que en abril del próximo año pase a 11,3 millones m3/d.
Del lado boliviano, la empresa Repsol asegura que en abril la producción actual de 63,16 millones m3/d crecerá en 4 millones, permitiendo el incremento ofrecido a Argentina.
La misma empresa ha ofrecido elevar la producción del campo Margarita de 3 a 9 millones m3/d en el lapso de dos años, con lo cual los envíos a Argentina podrían subir hasta los 13,6 millones m3/d, como está acordado en la adenda.
Ese documento incluye una cláusula por la cual la falla de suministro de los volúmenes acordados deberá ser resuelta con el pago de Bolivia del precio del gas que haya faltado, más una multa de 15% de ese valor.
Es que la adenda fue elaborada como consecuencia de que el cronograma de incremento de volúmenes incluido en el contrato firmado en 2006, por el cual ya en este momento debería estar enviando el volumen máximo, de 27,7 millones m3/d, no se podía cumplir.
La falta de los ductos necesarios, en ambos países, y además la falta del gas necesario en Bolivia, obligó a firmar la adenda, que menciona incrementos mucho más lentos.
En la espera, Argentina avanzó en la instalación de estaciones de regasificación de gas en Escobar y Bahía Blanca, que tienen una capacidad conjunta para recibir de ultramar 27 millones m3/d de gas natural licuado.
Tanto el contrato con Bolivia como las estaciones para el GNL han sido necesarios debido a que Argentina, que en 2003 producía 140 millones m3/d de gas natural en sus propios campos, ha sido afectada por una política económica que desalentó las inversiones. Si entonces el país vecino se autoabastecía y podía incluso exportar gas, ahora tiene que importarlo.
Argentina paga alrededor de 7 dólares por millón de BTU de gas boliviano y 10 dólares por el GNL. La idea del gobierno argentino es mantener algunas exportaciones de gas, sobre todo a Uruguay y Paraguay, por el momento usando el gas que recibe de Bolivia o de ultramar.
Para Bolivia lo importante será cumplir el compromiso de entrega de los volúmenes convenidos, pero también, o más importante aún, cumplir con el mercado interno boliviano.
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