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viernes, 27 de abril de 2012

Harold Olmos pone los puntos sobre las íes cuando se refiere al Campo Margarita y las manipulaciones del MAS


A Tarija se le ha impuesto un fallo que determina que entregue a Chuquisaca la cuarta parte de las regalías que recibe del Estado por la producción de gas del campo Margarita. El campo viene produciendo desde la década pasada y la distribución probablemente sea retroactiva. La participación de regalías entre los dos departamentos, por cuenta de una “conectividad hidráulica”, es una innovación adicional de las que ocurren en Bolivia desde hace un tiempo. En poco más, inventaremos la pólvora.
No he sabido de ninguna disputa similar causada por los cientos de bloques de perforación entre Estados Unidos y México en el golfo, ni de controversias entre estados brasileños de su costa atlántica, ni entre los de Venezuela o entre regiones rusas. El concepto “boca de pozo”, que rige el origen de la producción, fue establecido hace mucho tiempo. Es un criterio técnico que proviene del lugar determinado como apropiado para la perforación de un yacimiento. Ese lugar debe reunir condiciones que resguarden la producción y la integridad del reservorio en su conjunto. El criterio es eminentemente técnico y excluye consideraciones políticas.
El caso de Margarita-Huacaya ha sido contaminado por razonamientos políticos que nada tienen que ver con las decisiones técnicas. Un amigo petrolero me dice: “Es como si a un cirujano se le quisiera objetar, por razones de estética, la parte del organismo por la que se ha decidido realizar la incisión para una cirugía. La incisión debe ser hecha por donde el experto dice, en una conclusión que otros cirujanos no se atreverían jamás a objetar, mucho menos basándose en las opiniones del cosmetólogo”.
A fines de la década de 1980, Saddam Hussein se quejaba no de que Kuwait extraía petróleo de campos compartidos sobre la frontera sino de que producía demasiado y deterioraba los precios. Fue el pretexto para invadir a ese emirato y tragárselo temporalmente a un costo que Irak aún no acaba de pagar.
Esto lleva a reflexionar: Habría que determinar (y explicarlo claramente a Tarija y Chuquisaca) por qué se decidió perforar por donde se lo hizo. Y en seguida precisar si el criterio fue eminentemente técnico. Si lo fue, no hay nada para reclamar del cirujano. Hizo lo que tenía que hacer y ni siquiera tendría que ofrecer explicaciones fuera del ámbito estrictamente técnico. La incisión ocurrió por el lugar adecuado, aun si el área interior involucrada del organismo va más allá del punto marcado para ella.
Si han intervenido factores políticos en la nueva decisión, evidentemente no hubo una medición previa (perdón por el adverbio impertinente). Habría que saber también si ella cuantificó los daños sobre la armonía entre departamentos. El peor efecto lateral habría sido meter la cuchara en un tema que debía haberse dejado llevar por criterios técnicos solamente.
Es parte del alud de confusiones en las que el país suele verse envuelto. Tal vez por descuido, el país suele recibir informaciones sobre volúmenes calculados en metros y pies cúbicos, barriles y hasta galones sin que esos volúmenes sean traducidos a figuras comprensibles al público. Cuando se habla de la producción petrolera nacional, ¿es posible también decir que tal volumen equivale a tanto del consumo diario, mensual o anual?
Las confusiones son a menudo inducidas. Como decir que la proyectada consulta sobre el TIPNIS es anterior a lo ya hecho pues supuestamente nada se ha hecho. Que lo posterior pueda transformarse en anterior sólo ocurriría con partículas subatómicas más veloces que la luz. Fue una teoría de vida fugaz, pues fue pronto desmentida.
El autor es periodista

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